¡Negro! ¡Negra!
El tema de la negritud y su historia en Puerto Rico, las relaciones raciales y el racismo han abierto camino en el pensamiento puertorriqueño contemporáneo. El libro ¡Negro! ¡Negra! Afirmación y resistencia (2019) se une a una bibliografía considerable sobre el tema y marca un hito importante. ¡Negro! ¡Negra! presenta un abanico de temas relativos históricos, filosóficos y sociológicos en torno a la negritud en Puerto Rico en la actualidad.
El libro fue editado con excelente criterio por Lester Nurse Allende y reúne ponencias presentadas en el Primer Congreso de Afrodescendencia de Puerto Rico en 2015. Organizó el Congreso el grupo Afrodescendencia de Puerto Rico, que coordinan María Elba Torres Muñoz y Doris Quiñones Hernández. El congreso se celebró en el marco de diversas iniciativas internacionales de las ultimas dos décadas, y con el objetivo de formar parte de esos esfuerzos y aportar a ellos desde Puerto Rico.
¡Negro! ¡Negra! ofrece un temario amplio donde se destacan los temas de la afrodescendencia; la relación entre negritud, el concepto de raza y historia del capitalismo; la trayectoria y el carácter de la herencia africana y sus dimensiones de resistencia; y las propuestas de acción que surgen de esta amplia reflexión. Casi un manual antirracista, la publicación pone al día múltiples vertientes de discusión sobre raza y negritud en Puerto Rico.
La afrodescencia
El termino “afrodescendiente” fue acuñado en los años ochenta y noventa por intelectuales y activistas feministas brasileñas. La relación entre feminismo y afrodescendencia es de hecho una de sus señas fundamentales. Un paso importante en el reconocimiento de la afrodescendencia se dio en Santiago de Chile en 2000, en una conferencia regional latinoamericana celebrada en preparación para la Tercera Conferencia Mundial contra el Racismo en Durban en 2001. El cónclave de Santiago culminó con una Declaración y Plan de acción que definió a la y el afrodescendiente como “aquella persona de origen africano que vive en las Américas y en todas las zonas de la diásporaafricana por consecuencia de la esclavitud habiéndose denegado históricamente el ejercicio de sus derechos fundamentales.” La Conferencia Mundial celebrada en Durban en 2001 acogió la propuesta latinoamericana y en adelante el concepto de “afrodescendencia” ganó terreno rápidamente.
La definición original de “afrodescendencia” se enmarcó en una demanda de reconocimiento de la esclavitud como crimen de lesa humanidad y un reclamo de medidas de reparación. Por ende enfatizaba la denuncia y la reivindicación. “No reflejaba el ser afrodescendiente en todas sus dimensiones,” señala Pastor Murillo en su ensayo en el libro. Sin embargo, el concepto fue un paso de avance pues “abrió paso al reconocimiento de la diáspora africana como sujeto de derecho colectivo, y, lo más importante, como sujeto de derecho internacional, considerado en su sentido más amplio,” englobando inclusive también reclamos en torno a los recursos de agua, petróleo, puertos y zonas de potencial turístico de muchos territorios históricamente afrodescendientes.
A diferencia de “raza” y de “negro”, “afrodescendencia” es una identidad política autogenerada. Una definición citada por Quince Duncan es útil y proviene del antropólogo colombiano John Antón Sánchez :
Se entiende por ‘afrodescendientes’ a todos los pueblos y las personas descendientes de la diáspora africana en el mundo. En la América Latina, el concepto se refiere a las distintas etnias “negras” o “afroamericanas” que emergieron de los descendientes de africanos, las que sobrevivieron a la trata o al comercio esclavista que se dio en el Atlántico desde el siglo XVI al XIX.
Como reconoce Agustín Laó en su ensayo, las críticas al concepto de “afrodescendencia” no faltan: (1) no todos los que podríamos considerar afrodescendientes necesariamente se quieren caracterizar así, y muchos prefieren llamarse (en vez o a la vez) negros, en parte por el acento desafiante de “negro”; o se autodenominan afroboricuas, afrocolombianos, etc. para acoplar con lo nacional (2) como categoría de análisis histórico, la afrodescendencia es demasiado inclusiva; no solo porque la humanidad desciende de Africa, sino también porque es necesario incorporar las trayectorias históricas locales (3) la afrodescendencia debe siempre entrelazarse con las dimensiones de género, clase social, nación y religión, entre otras, o se convierte en una abstracción potencialmente regresiva.
Otros plantean, sin embargo, que “negro” es el lenguaje del colonizador, y que “negro” fue un adjetivo que se convirtió en sustantivo (Duncan). “El color dejó de ser solo color de piel y se convirtió en la denominación de una subespecie…. y por razones algo similares, de ‘raza’.” También se aduce que “afrodescendiente” es un término más fácil de entender y emplear, y más inclusivo que “negro” y facilita la formación de alianzas que cruzan linderos entre personas de muy diversa fenotipo e identificación cultural. “Afrodescendiente” puede además ser de gran utilidad en los censos de población para vencer la “falta de uniformidad a escala regional” que existe en las categorías raciales vernáculas, que en muchos casos tienen “una fuerte carga de racismo”, y a menudo toman la forma de “eufemismos interiorizados.” –Murillo
Irrespectivo de las raíces activistas “autogeneradas” de “afrodescendencia”, el concepto debe manejarse de modo crítico. En particular, debe sujetarse su uso al escrutinio al análisis de las ciencias sociales, donde debe carearse conconceptos afines como “configuraciones histórico-culturales “ (Darcy Riveiro); “esfera cultural” (Charley Wagley),específicamente “Plantation America” o la “América de las Plantaciones”); o las “Américas Negras” de Roger Bastide, entre otros. Y, como sugieren la propia definición de Antón Sánchez y el título de ¡Negro! ¡Negra!, no es fácil romper con el uso del vocablo “negro”. Así, asevera Laó, “negro” será por el futuro cercano el término más común.
Negritud, raza, capitalismo
¿Es posible ser negro y hablar de una historia negra no racializada ni alienada en un mundo de supremacismo blanco, donde todo lo racional y bello es blanco, y cuyos grandes pensadores “Ilustrados” se caracterizan por un profundísimo racismo y una visión casi diabólica sobre Africa? Algunos, como Elvin Calcaño, se preguntan si es posible escribir esa historia desde las limitaciones que nos impone el lenguaje y los conceptos del régimen social que habitamos. Quizá hay que rechazar a la vez que trabajar con los conceptos de raza, negro y todo el aparato ideológico desarrollado desde el poder de Occidente para clasificar y controlar poblaciones subalternas superexplotadas en el colonialismo. Quizá solo así podemos dejar atrás la “mudez” sobre la negritud que señala Mayra Santos Febres con relación a la literatura puertorriqueña y que también venia caracterizando nuestras ciencias sociales.
María Elba Torres afirma que hay que darle a raza significados mas allá de fenotipo, no circunscribirse “a las características fenotípicas que el mundo blanco le ha adjudicado… implica raíces, costumbres……”. Esto posibilita, según Torres, “miradas diversas, enfrentamientos polémicos, posiciones variadas desde un análisis critico que rompa con los paradigmas civilizatorios que impone el eurocentrismo…”
En ese análisis critico del concepto de “raza,” la historia juega un rol importante. Los afrodescendientes son historiadores por naturaleza. Hay que ser consciente de la relación entre el desarrollo del capitalismo y cómo el concepto de “raza” y las prácticas racistas se desarrollan no ingenuamente desde siempre y de forma genérica, sino en una coyuntura histórica y específicamente en relación a los ahora “negros”. A esos fines, William Fred Santiago plantea en su articulo cuatro preguntas recurrentes: ¿Qué nos han hecho, cómo y por qué? ¿Quién se ha lucrado de ello? ¿Qué han hecho nuestros antecesores para resistirlo? ¿Y qué debemos hacer ahora para abolir las causas?
Para Santiago y Calcaño, entre otros, el punto de partida para contestar estas preguntas es una historia de África que comience mucho antes de la esclavitud; una historia que destaque los nexos entre el antiguo Egipto y el resto de África y subraye la cosmogonía y civilización común del continente, sus logros materiales y su civilización, en épocas en que Europa erauna región periferal y sujeta a interacciones con muchas civilizaciones, incluyendo la egiptoafricana. La “civilización europea” no fue ni autogenerada ni “triunfante” en un principio. Raza y racismo son creaciones de la Modernidad para clasificar y dominar, hay que partir de otra ontología, donde “somos y, por lo tanto no nos falta nada para poder ser.”
Como señalan Laó y Santiago, tanto en la esclavitud de Grecia y Roma como luego en el Islam, el fenotipo importaba mucho menos que la etnicidad, el idioma y la cultura, por lo que las jerarquías raciales y sociales se mantenían más fluidas. Europa Occidental, y particularmente el Mediterráneo, se caracterizaba antes de 1492 – quizá más que por las redes mercantiles, los reinos o las escuelas artísticas que generalmente acaparan la atención – por una geografía laboral dinámica que incluía la esclavitud como su forma de trabajo más móvil y estratégica, por ejemplo en las galeras navegantes; pero que también incluía campesinos o siervos bajo distintos grados de opresión, y formas de jerarquización étnica que según Laó se iban aproximando ya al racismo de la época de la esclavitud afroatlántica (sobre todo en la fronteras ibéricas entre cristianos y musulmanes).
Del siglo XVI al XVII, plantea Santiago, se dio en el Atlántico un salto en la explotación “necesaria” para la expansión del régimen económico que requirió justificar la explotación clasista ya no meramente exagerando diferencias étnicas dentro de un marco común europeo y mediterráneo, sino con el invento de una diferencia radical, entre humano y subhumano o animal, mediante el concepto de RAZA (y del negro). Ese invento fue el régimen de las plantaciones esclavistas, un sistema de producción cuyo eje era un trabajo coordinado, integrado, de producción en gran escala y vinculado a mercados distantes. De ahí toda una historia de opresión, afirmación y resistencia en la cual se desarrolló lo que conocemos como el legado o la herencia africana.
Para una relectura de la Modernidad, resulta valioso el ensayo de Elinet Casimir sobre Anténor Firmin. Firmin fue un erudito haitiano de fines del XIX, amigo de Betances, que combatió el racismo científico de su época con su magna obra Sobre la Igualdad de las Razas Humanas: Antropología positive (1885), y cuyas posiciones nos ayudan a entender al antiracismoy autoidentidad de Betances. Casimir ubica a Firmin en nuestro tiempo como en otro ensayo del libro hace Lilliana Cotto con el antirracismo de Betances y su defensa de la Revolución Haitiana . “En Firmin la negritud explora el universo ideológico del hombre negro, y categoriza, a nivel ontológico, el sujeto negro de la misma forma que todos los sujetos sociales y humanos.”En esa óptica llanamente humana y antropológica, donde los negros son unos seres humanos históricos más, es que hace falta conocer mucho mejor la historia de la esclavitud, racismo y el desarrollo del concepto de raza.
La «herencia africana» y resistencia
¿Dónde y cómo buscar la “herencia africana” en la sociedad y cultura puertorriqueña? ¿Cuán viable resulta relacionar determinado rasgo cultural puertorriqueño con elementos culturales africanos? Los ensayos de Lester Nurse, Pablo Rivera, Marta Moreno y Edwin Quiles analizan el carácter de este legado en la música, en la espiritualidad, el arte y la ornamentación y diseño de viviendas.
En su revisión de la historia de la esclavitud en Puerto Rico y las aportaciones culturas de lo distintos pueblos africanos, Lester Nurse demuestra la importancia de mantener un sentido crítico y evitar los “mitos de origen”. Esto lo ha llevado al estudio de la vertiente cultural bantú en África, que Nurse considera el tronco principal de la cultura afroboricua. Por su parte, Rivera aborda la pregunta ¿Cómo definimos cultura? Según la definición que hagamos, así variará nuestra interpretación de lo que pasó con las culturas africanas al cruzar el Atlántico.
Si vemos la cultura ante todo como una expresión de valores absolutos, llegaremos a esencias “fundamentales”. Si en cambio consideramos que cultura es igualmente un “modo de vida expresado en instituciones y comportamiento ordinario,” la cosa cambia. No existe una “cultura” abstracta y esencialista, y la africana –a pesar del enorme impacto de la trata y del régimen de plantaciones — no lo es por excepción. Tampoco lo es la cultura de Occidente, a pesar de la insistencia de muchos de que esta sí posee “valores” inefables que flotan por encima de los tiempos. Por eso es importante subrayar que más allá de lo que aporta el estudio de las culturas afrodescendientes, se trata de una historia que tiene mucho que dialogar con las definiciones de cultura “en general”.
Frente al fragmentado y múltiple bagaje cultural que trajeron los esclavos desde África ¿cuán importante fueron las transformaciones locales de las culturas africanas, en este lado del Atlántico y al calor del régimen esclavista – culturas que ya desde África traían unas interrelaciones complejas, con muchas intersecciones entre sí? ¿Cuán importantes fueron los procesos de “criollización”? Visto como criollización, podemos entender como la resistencia no solo es aguante y desafío, ni arcaísmo congelado; también significa versatilidad y transformación para atender necesidades prácticas de la vida. Todo esto tiene implicaciones importantes para Puerto Rico, donde tuvimos un “interregno” de relativa libertad montera de más de diez generaciones (250 anos +-) entre el régimen esclavista del XVI y el del XIX. Aun en la época cumbre de la esclavitud aquí en los 1830s-1840 la población libre de color –muchos de ellos, herederos de esas generaciones pardas y negras libres del interregno – eran por mucho el mayor grupo poblacional.
Intersecciones
Junto a la afrodescendencia, la negritud, y el género – es interesantemente, más que la nación – el tema de las intersecciones es preeminente, en ¡Negro, Negra! Hay que ir más allá de la mirada obvia –que buscando, lamentablemente siempre encuentra esencias biológicas o culturales. Aunque, insisto, las “esencias” según definidas socialmente operan, y no se pueden perder de vista.
Las intersecciones de “raza” con diversas otredades se discuten a partir de los “critical race studies” hace dos décadas pero aun no hacen suficiente mella en Puerto Rico. Sin embargo, en tiempos de Isabelo Zenón –un tanto olvidado en esta colección, y al que siempre hay que volver – ya estaba planteada una intersección cardinal entre negritud y puertorriqueñidad.
Evitando esencialismos, podemos apreciar la ubicuidad e importancia de las intersecciones de raza e.g. con género, orientación sexual, nacionalidad, etc. Se trata de interseccionesque no son encuentros cordiales entre entelequias sino interacciones densas, históricas, contingentes, impredecibles,conflictivas y creativas, sujetas a contexto y perspectiva personal –interacciones entre entes que se vienen formando mutuamente desde un principio y que tienen una larga familiaridad entre sí, como género y raza. Identidades que son asumidas, impuestas y autogeneradas, según Irma Rivera Lassén: “Llamamos la atención a la complicidad con las estructuras hegemónicas que se da al asumir las identidades como otredad, como lo extraño, como lo que es anormal.”
Rivera Lassén apela a la sugerente metáfora de la araña y su tela. “Esas identidades tienen distintas cargas sociales, políticas y económicas dependiendo de los privilegios o exclusiones que cada uno tenga […] Todas juntas son nuestra casa y debemos construirla como la araña construye su tela para albergarla […] La araña camina en el tejido hermoso y complejo de su casa, casa que la define, le da alimento y la protege. La araña se mueve, no está quieta, camina con sus identidades múltiples y a través de ella”. Todas y todos tenemos esas identidades sociales complejas, ambiguas y aun contradictorias. Todas y todos lidiamos con intersecciones.
Tres “arañas” prodigiosas de nuestra historia demuestran la intersección no solo raza/género, sino raza/género y clase: Juana Colón, líder huelgaria en Comerío, sin ser tabaquera ni sindicalista; Teresa Angleró, que laboró autónomamente en la vanguardia de la organización sindical en la industria de la aguja; y Celestina Cordero, la hermana “olvidada” de Rafael Cordero que llevó el timón de su escuela.
A diferencia de otros simposios, este congreso tenía como uno de sus ejes el adelantar un plan de acción. En el Congreso se esbozó un temario que Doris Quiñones hace formar parte del Plan de Acción del grupo Afrodescendencia, en torno a los ejes del Decenio: Reconocimiento, Justicia, Desarrollo. Las propuestas de Colectivo Ilé van en esa dirección. El colectivo usa elementos de educación popular feminista no tradicional y ha elaborado un ciclo de talleres antiracistas. Han hecho un trabajo destacado bajo la consigna, muy pertinente al tema de la afrodescendencia: “Africa en mi ser / Si no lo llevas en la piel, la llevas en el ser”. Asimismo desarrollaron una campaña crítica en torno a las categorías del censo de población.
Otros ensayos abordan con óptica antirracista aspectos del vivir contemporáneo. Gloriann Antonetty, una joven que estudió en colegio privado y cursó escuela de modelaje, presenta un plan en torno a los medios. Entre otros temas, critica a los personajes televisivos “Pirulo el Colorao” y “Yoya la Madama”, “que a través de la burla y la comedia laceran nuestra dignidad con agresiones constantes.” El ensayo de Carlos Severino retoma un tema de Frantz Fanon para preguntar, cuál es la relación entre la condición afrodescendiente y la enfermedad mental –en específico la deambulancia y la esquizofrenia, enmarcadas en la pobreza. Por su parte, Edison Viera trae un fragmento vital de su investigación de historia oral de Cangrejos, en un articulo que reafirma la importancia de investigar la memoria…… comenzando por nuestras propias familias, como ejemplifica Georgina Falú en sus reminiscencias sobre los Falú de Cangrejos, que sitúa en un recuento sobre el desarrollo de la diáspora afrodescendiente.
El Segundo Congreso de Afrodescendencia se celebró del 29 al 31 de octubre de 2018 bajo el tema “¿Quiénes somos los afropuertorriqueños?” Esperamos con anticipación la publicación de sus actas.
Este texto es una versión revisada de una presentación del libro ¡Negro! ¡Negra! Afirmación y resistencia. Colaboración en la que intervinieron la Facultad de Estudios Generales/UPR-Río Piedras y la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades, 2019). Editado por Lester Nurse Allende, coordinado por Afrodescendencia de Puerto Rico.